Las aurigas azules
01.04.10 - 00:58 - ASCENSIÓN PLAZAS QUIÑONERO | MAYORDOMO DEL PASO AZUL
Crisanta Quiñonero Jiménez sobre siga el Jueves Santo de 1968.
El pasado Viernes de Dolores fuimos testigos de la atribución de otro «falso hito» por parte de la archicofradía sita en Santo Domingo. Se atribuían, haciendo mal uso de la memoria histórica, la primera siga conducida por una mujer. Esto nos ha servido de acicate para contar la verdadera historia de las aurigas azules, mujeres valientes que marcaron un antes y un después en la historia de la Semana Santa lorquina.
En los albores de 1947, cuando aún se procesionaba por la Corredera, una joven Purita Vizcaíno ensayaba en los terrenos de la Quinta el que fuera un sueño azul: una cuadriga guiada por una mujer. Con más ilusiones que medios se completó la dinastía Flavia o el triunfo de Tito sobre Jerusalén que levantó aplausos en ambas tribunas, blancas y azules, ya con la primera cuádriga en 1945 a manos de Pedro Martínez Guijarro.
A Purita le sucedieron otras audaces señoritas azules. Así, a principios de los 60 Conchita Gimeno Mouliaá se atrevió con el inverosímil enganche de 10 caballos. Aún se recuerdan las caras de asombro de los espectadores en una Avenida de los Mártires, casi recién estrenada ad hoc, y alumbrada con sencillas bombillas. Éste fue el segundo hito en la historia del enganche en la procesión lorquina, historia escrita con letras azules.
No quedó ahí la audacia y la gallardía de las azules, quienes arrojando el guante al eterno rival lo superaron en osadía y destreza al sacar a la primera mujer en una siga. La noche del Jueves Santo de 1968, bajo la presidencia de d. Miguel Pinilla, una joven auriga, Crisanta Quiñonero, guió seis caballos. Tras la estela del antiguo Nerón y en el mítico carro conocido como el del águila galopaban por la historia los caballos azules. Caballos de picadores traídos de Granada por Pepe el Cirre hicieron temblar la carrera. Palicos y cañicas, como se dice en Lorca, ensayos a escondidas por veredas y brazales y una alta dosis de agallas facilitaron un nuevo triunfo azul. Este camino fue seguido por la jovencísima Beatriz Hernández García a las riendas de otros seis.
Para aquellos que como Santo Tomás necesiten meter el dedo en la llaga por no creer en las palabras, les recuerdo la dificultad para obtener una instantánea en blanco y negro del conocido Lumumba, así como que la historia de los pasos se ha transmitido oralmente de generación en generación. De todos, los invito a consultar la revista Pasión (1969, 70, y 1974) o las diversas publicaciones de la cofradía azul.
Sirvan estas palabras de sencillo homenaje a las mujeres azules que con pocos medios y mucha ilusión grabaron en oro el libro de la historia Azul y de la Semana Santa.
http://www.laverdad.es/murcia/v/20100401/lorca/aurigas-azules-20100401.html
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