Impresionante concierto de don Rafael Rosell
En el atrio de San Cristóbal
“A la vera del Castillo, en la ribera izquierda del Guadalentín, a resguardo de la gran roca que corona la ermita de la Madre de Dios de la Peña, la popular Peñica… de los Encarnaos, que en tantas ocasiones vidas y haciendas salvó en las trágicas y periódicas crecidas del río que la une a la Ciudad, emplazado se halla el Rabal.”
De esa manera el Maestro Rafael Rosell Toledo, padre, hijo y nieto de músicos, plasmó su particular visión del Barrio. Hablamos del “Barrio”, sin apellidos, porque tal y como dice el propio Rosell: “en la Lorca de los múltiples barrios, Barrio -con mayúscula- sólo hay uno.”
El Maestro Rosell, cuyo apellido hoy es tan lorquino y tan rabalero como el primero, ha querido rendir a Lorca y al Paso Encarnado su particular homenaje; la íntima visión de SU Lorca, en la que pasó los mejores años de su niñez y de su juventud, recorriendo todos y cada uno de sus rincones, como miembro de la Banda Municipal que dirigía su propio padre, el añorado don Rafael Rosell Cebrián, que tanto y tan bueno hizo por Lorca, por los lorquinos, por la música y por los músicos.
Aquí se forjó su carácter luchador y altruista y aquí encontró el amor con su Laly del alma que le ha dado dos lorquinos que también esparcen su lorquinía allá por donde van.
En palabras del Maestro: “Mi padre me enseñó a querer las Procesiones de Lorca.” Don Rafael Rosell es un adicto de nuestra Semana Santa, de los Encarnaos… y de los blancos, porque si no se es Blanco o Azul no se es lorquino.
Y como ocurre cada vez que desenfunda la batuta, todo un espectáculo de creatividad y musicalidad lo rodea; esta vez de la mano de la Agrupación Musical Stmo. Cristo de La Sangre y con la inestimable colaboración de David Giner, el cámara lorquino que, siguiendo con el símil guerrero, podríamos afirmar que “donde pone el ojo, pone la imagen”. Las geniales imágenes de David complementaron la fragancia musical en el atrio de la iglesia de San Cristóbal, una plaza que estaba llena hasta rebosar, donde rabaleros y cagatintas, aunados por la música, lloraron, rieron y sintieron como una sola persona; como padeció Cristo en la Pasión.
Luis Sanguiao, hijo de otro Maestro entre Maestros, el gran “Palmita”, fue el encargado de dar voz al sentir de don Rafael Rosell, y todo ello regido por la sin par Marisol Martínez Soler.
Andy García, músico de la Agrupación, deleitó al público con sus saetas, a capela, como en él es habitual, y posteriormente acompañado a la trompeta por el subdirector de la Banda, el profesor Francisco Gilberte “Perillas”, a quienes el Maestro Rosell, y especialmente a su director, don Francisco Maldonado, agradeció el esfuerzo realizado para que el espectáculo se convirtiese en lo que fue: la máxima expresión de Pasión, los prolegómenos de lo que Lorca entera vivirá en los próximos días.
Entre los asistentes, don Carlos Vergara, autor de una composición dedicada al Stmo. Cristo de La Sangre, a quien don Rafael cedió la batuta del primer bis.
Ante la insistencia del público, el Maestro Rosell volvió a dirigir, y antes de acabar el público en pie, citó al director de la Agrupación y al subdirector que finiquitaron a pesar de la insistencia del respetable con la marcha de estreno y el Himno del Paso, un Himno que este año, por fin, ha podido ser parcialmente rescatado e interpretado por la Agrupación a la espera de que algún día desde el Archivo Municipal se le facilite al Paso Encarnado la partitura original que ha sido reiteradamente solicitada.
No faltó quien pidió en alta voz que el concierto se pudiera repetir en la ciudad, en el Teatro Guerra, en actitud de muestra al resto de los paisanos de lo que el Barrio es capaz de crear, mientras el alcalde, expresidente de los Encarnaos, emocionado, abrazaba al Maestro Rosell y recibía las felicitaciones de rabaleros y autoridades.
La entrega de la Agrupación para con los suyos se plasmó desde la primera interpretación, en la que el público en pie, llorando, aplaudió a rabiar.
Al finalizar, fue la propia Agrupación quien, en ausencia del merecido homenaje del Paso a un Maestro Rosell que lo dio todo a cambio de nada, le impuso la medalla de la Cofradía, así como un cuadro donde se puede leer “Un rabalero más”.
Un hito en la historia de Lorca y de sus procesiones que de seguro se recordará durante años como aún se recuerda fresco en la mente de todos los que lo vivimos aquel Concierto de Aranjuez que el Maestro Rosell padre dirigiera en el Gran Cinema junto al gran Narciso Yepes.
Una noche de emoción no contenida por parte del presidente de los Encarnaos, cofrades, autoridades y público asistente.
Todo un lujo para nuestra ciudad y especialmente para el Barrio que sabe que cuenta con la más brillante de las agrupaciones musicales cofrades de Lorca.
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Hay mi cristo de la sangre clavaito en el maero, que pena tiene mas grande tu madre y to el barrio entero.